No tienes que ser buena.
No tienes que atravesar el desierto de rodillas, arrepintiéndote.
Solo tienes que dejar que ese delicado animal que es tu cuerpo ame lo que ama.
Adaptación del poema Gansos salvajes, de Mary Oliver – Dream Work, 1986
Ya pasaron tres meses desde mi primer escrito. Vivo en Argentina, en el hemisferio sur, y, como soy docente, (entre muchas otras cosas), enero y parte de febrero son mis meses de vacaciones de verano.
Terminé el 2024 cerrando muchos ciclos, laborales y de proyectos. Con mucha satisfacción, pero al mismo tiempo una fuerte sensación de incertidumbre, de “y ahora qué?”, de vacío interno.
En diciembre escribí “El arte de habitar el vacío” con el último aliento creativo que me quedaba, intentando, a través de las palabras, acercarme a ese vacío, comprenderlo, habitarlo. Me lancé a mi propio abismo interior, intenté perderme a conciencia, confiando en que después de un tiempo, mis ojos se acostumbrarían a la oscuridad.
La paradoja es que cuando me dispuse a estar perdida por un tiempo, la respuesta apareció más rápido de lo que esperaba, en boca de una amiga muy cercana, que con una sola frase dio en el clavo: “Vos no estás deprimida ni bloqueada amiga, estás cansada”.
Tardé en aceptarlo. ¿Cómo me puede estar costando tanto salir de este estado, si lo que me pasa es algo tan simple como estar cansada? ¿Cómo puede ser que esté así, si ya estoy cerrando el año y no tengo ni pendientes ni muchas responsabilidades?
Mientras me hacía esas preguntas, intentaba seguir adelante con este nuevo proyecto de escritura, pero me sentía seca, sin ideas ni motivación alguna. Fue entonces, que finalmente decidí escuchar a esa pequeña voz interna, más intuitiva y más sabia, que me dijo “Hasta acá. Ahora es momento de descansar.”

Desde que soy adulta me cuesta bastante el descanso. Siempre me enorgullezco de funcionar bien bajo presión, de ser experta en multitasking y de disfrutar mis momentos de mayor productividad creativa. “Estoy a mil, pero estoy contenta” fue mi frase de cabecera todo el año pasado. Y era verdad, me sentía contenta, creativa y productiva, pero ¿a qué costo? Cuando me encontré en diciembre con un burn out tan profundo que sólo podía llorar, (o pasar horas y horas instagram) me empecé a preguntar si es posible hacer las cosas de otra manera. ¿Puedo crear sin arder y consumirme por completo? ¿Puedo trabajar en mis proyectos sin auto-explotarme?
En el libro “Making Time: A new vision for crafting a life beyond productivity” la autora, Maria Bowler habla de cómo el descanso se transformó en otro de nuestros mandatos de productividad: “El modelo industrial solo reconoce el descanso cuando es obvio que llegaste a un punto en que tu rendimiento está disminuyendo o simplemente ya no puedes seguir.” (Bowler, 2025)1
Es que para el capitalismo, el descanso solo está bien si sirve para algo, y ese algo es seguir trabajando y produciendo. Bowler explica cómo descansar se transformó en algo más que tenemos que “hacer”. De esta manera, “imitamos” el descanso, haciendo cosas que suelen incluir consumir algo, cuando en el fondo, el verdadero descanso no sucede. “Podés hacer el todo “self-care” recomendado, que a menudo implica comprar algo, y seguir exactamente igual. Este “descanso imitado” no es más que la productividad usando una mascarilla hidratante.” (Bowler, 2025)
Pienso que no hay nada de malo en una rutina de skincare de 7 pasos si eso te hace feliz, o de irte una vez por año a unas vacaciones lujosas si tu economía te lo permite. Pero creo que no podemos depender de eso para tener una vida creativa sana y satisfactoria.
El descanso es una parte vital del ciclo creativo, porque el cansancio es inevitable. Así como cada noche debemos parar y dormir antes de comenzar el día nuevo, nuestras ideas se cansan, la fuerza creativa se debilita y debe descansar para recuperarse. En “Mujeres que corren con los lobos”, Clarissa Pinkola Estés lo explica con mucha claridad “No es una cuestión de “si” sino de “cuando”. (...) Es mejor que las mujeres lo sepan al comienzo de una actividad, pues el cansancio las suele sorprender. Gimotean, murmuran, comentan en voz baja su fracaso, su incapacidad y cosas por el estilo. No, no. Esta pérdida de energía es normal. Es la Naturaleza”.2
Así me sucedió a mí. El cansancio me tomó por sorpresa y de repente no sabía qué hacer con él. Intenté “imitar” el descanso, como dice Bowler, pero no había caso. Cuando el cansancio está tan arraigado que lo sentimos en los huesos, debemos tomarnos la responsabilidad de descansar en serio.3 Y aquí hablo del verdadero descanso, del descanso que es regenerativo, que nos devuelve la vitalidad, que nos renueva. Pero entonces: ¿Qué implica ese verdadero descanso?
Buscando en la RAE, la primera definición de descansar puede darnos muchas pistas:
“Descansar: Cesar en el trabajo; reparar las fuerzas con la quietud.”4
Aquí me gustaría poner el foco en los dos verbos, que apuntan a dos posibles acciones: “cesar” y “reparar”.
“Cesar” Frenar, parar, pausar, dejar de producir. Podemos interpretarlo literalmente y pensar en dejar de trabajar, hacer nada, no hacer nada productivo, etc. Sin embargo, creo que podemos expandir el alcance de la pausa.
A veces parar de trabajar no es igual a descansar. Vuelvo a pensar en cómo estaba yo en diciembre y en algo que me pasa más seguido de lo que que me gustaría admitir: ¿Nunca les pasó de estar en una época muy activa de sus vidas y desear tener unas vacaciones, para luego sentirse miserables al momento que tienen tanto tiempo libre que no saben qué hacer? ¿Alguna vez les pasó de estar “de vacaciones” pero estar ansiosos y que alguien les diga “es que tenés demasiado tiempo para pensar”?
A veces es cierto. Tener actividades y estar en movimiento es sano, y muchas veces los seres humanos pecamos de un exceso de comodidad que nos paraliza. Pero cuando venimos arrastrando el cuerpo hace rato, para seguir sufriendo al momento en que nos permitimos frenar, debemos preguntarnos si no hay otras cosas en juego.
Pienso de nuevo en la palabra “cesar”, parar, frenar. ¿Qué otras cosas deben cesar para poder descansar profundamente y poder volver a sentirnos vivos y cómodos en nuestro propio cuerpo?
Maria Bowler dice: “El verdadero descanso es liberar mentalmente la necesidad de resolver un problema, incluida una emoción. Si estás enojado, el verdadero descanso dice: ‘Está bien estar enojado. No tengo que hacer que esta ira desaparezca, ni avivarla ni justificarla’. Imagina unas manos que, después de estar apretando los puños, finalmente se relajan. El descanso real deja que tus manos se abran y observa cómo lo que venías sosteniendo se desliza entre tus dedos hasta el suelo.” (Bowler, 2025)
Frenar entonces, no implicaría dejar de trabajar, sino también dejar de resistirnos a lo que sea que esté sucediendo en nuestro interior. Si queremos llorar, entonces llorar, si es sentir el vacío, la incertidumbre, entonces darle la bienvenida. Para recuperar la vitalidad debemos lograr una actitud interna de aceptación, decirle que sí a lo que sea que aparezca.
Lo paradójico, es que cuando lo hacemos, las aguas emocionales empiezan a fluir, y toda esa energía que estábamos gastando en oponernos a nosotros mismos, queda disponible para ser usada creativamente. “Descansar es entregarse” concluye Bowler.5
Para mi entregarme fue flotar en el mar, tanto metafórica como literalmente.
Fue permitirme llorar. Permitirme el enojo, y por qué no, permitirme también la apatía. Fue soltar la obligación a “relajarse” a “disfrutar” y “pasarla bien” tan sólo porque eran mis vacaciones. ¿Alguna vez probaron relajarse a la fuerza? Es imposible.
"Para descansar de verdad, necesitas renunciar a la obligación de ser bueno descansando. Esto implica enfrentarte al torbellino que gira en torno a la herida del ‘no soy suficiente’." (Bowler, 2025)
También me gustaría aclarar, que para entregarme a lo que sea que estuviera sucediendo en mi interior fue muy necesario ponerme límites muy estrictos con el teléfono y las redes sociales. Si queremos conectar con el presente, tenemos que dejar de vivir dentro del algoritmo. Esto fue algo esencial para poder empezar a comprender lo que significa pausar de verdad.

Habiendo explorado las posibilidades del cesar, frenar, pausar, relajar... Pasemos a la próxima etapa: “reparar”.
"El descanso no es productivo; es regenerativo. Es parte del ciclo creativo de la vida, no un desvío inevitable en el camino hacia cumplir con tu trabajo." (Bowler, 2025)
Cuando un bosque se quema, lo primero que se debe hacer es apagar el fuego, y controlar que no vuelva a encenderse. Luego comienza la tarea más difícil, que es la de reparar o mejor dicho, regenerar el bosque perdido. Pero aquí viene lo más interesante: generalmente, el bosque se regenera solo, hay que darle tiempo y espacio para que la naturaleza haga su trabajo, podemos ayudar sacando de raíz ciertas especies invasoras que no queremos que se reproduzcan, o lanzando alguna que otra semilla, pero el resto es esperar.
De la misma manera podríamos pensarnos a nosotros luego de pasar por la experiencia del burn out, cuya traducción al español sería estar literalmente quemados. Frenar, soltar, aflojar. Esa es la primera etapa. Luego hay que reparar, o regenerar. Pero, ¿Qué es lo que se debe regenerar?
Para mí, el descanso regenerativo es aquel que me devuelve a un estado creativo. Cuando estoy descansada se abren posibilidades. El alma está fértil para que surjan cosas nuevas, para que la vida fluya a través nuestro en la forma de nuestras creaciones.6
Y, tal como pasa con el bosque, para poder regenerarnos, muchas veces lo único que necesitamos es dejarnos en paz. Darnos espacio y tiempo y que la naturaleza haga lo suyo. Dejar que “el suave animal que es nuestro cuerpo ame lo que ama”, como dice Mary Olivier.
Pero, ¿cómo sabemos qué es eso que realmente ama y necesita nuestro cuerpo? ¿Y nuestra mente? ¿Nuestra alma? Suena sencillo pero muchas veces no lo es, al menos al principio.
Me costó bastante tiempo y trabajo interno empezar a entender ese lenguaje en que habla el suave animal de mi cuerpo. Hoy creo que el primer paso es soltar las expectativas, aflojar los puños y sentir lo que sea que haya que sentir. Pero para lograr reparar(nos) no podemos quedarnos sólo ahí. Tal como el bosque que necesita agua y luz para crecer, nosotros también debemos darnos los nutrientes necesarios. Pero, ¿por dónde empezamos cuando el ruido del mundo es tan fuerte y todavía nos cuesta identificar lo que necesitamos?
Creo que cada persona es única y debe encontrar su propio camino. Pero, luego de estos meses de intentar aprender a descansar de verdad, me gustaría compartir tres grandes cosas que me ayudaron mucho: la naturaleza, el amor y lo sagrado.
I
La Naturaleza. Aquí es donde “dejar que la naturaleza haga lo suyo” se vuelve literal. Flotar en el mar, caminar por la playa, mirar el atardecer, comer alimentos sanos y naturales, poner los pies en el pasto. Tal vez es caminar por un parque y recolectar hojas de distintas formas y tamaños. Tal vez es mirar a los pájaros por el balcón. Está demostrado que el famoso “grounding” o enraizamiento regula el sistema nervioso muy rápidamente. Lo mismo con exponernos al sol de la mañana.
II
El amor. Aquí es necesario aclarar que no me refiero sólo al amor romántico, sino a todo tipo de afecto. A veces, dar y recibir amor y cariño es todo lo que nuestro cuerpo y corazón necesitan para repararse. Para mí, conectar con el amor fue pasar horas hablando con mi abuela, los abrazos y las caminatas con mi pareja, reírme con mis amigos, o hablar una por videollamada con mi hermano que vive lejos. También muchas veces, ayudar o hacer algo por alguien (siempre que salga desde el deseo auténtico y el amor) nos devuelven la vitalidad y el sentido. Por último podemos incluir el amor de nuestras mascotas. Para mi, el descanso regenerativo muchas veces significa estar un rato abrazada a mi gato en el sillón.
III
Lo sagrado. Este último puede generar controversia, pero cada vez más, confirmo que conectar con el misterio de aquello que es más grande que nuestra existencia, nos ayuda a salirnos de nosotros mismos y poner en perspectiva todas las preocupaciones y problemas cotidianos. Si crees en Dios, esto puede significar un rato de oración. A veces, tomar conciencia de la inmensidad del cosmos y la naturaleza nos conecta con lo sagrado. En mi caso, estas vacaciones decidí aprender a tirar el tarot. El ritual de tirar unas cartas, a mí misma o alguna amiga, me ayuda a entrar en otro tiempo, que no es el acelerado del día a día, y a conectar con ese misterio que ocurre cuando el azar y lo simbólico se encuentran para darnos respuestas.
Sean cuales sean tus creencias, creo que todos tenemos alguna forma de conectarnos con lo sagrado, o con la magia de la vida, y que esto es de gran ayuda para terminar de darnos propósito y dirección. Como dice Mary Oliver al final de su poema, conectar con lo sagrado, te puede ayudar a encontrar “tu lugar en la familia de las cosas”.
María Bowler concluye diciendo que el descanso no es algo que se logra, sino algo que se recibe. Que el verdadero descanso es sutil, específico, cambiante y único para cada persona y para cada momento. “Dado que el descanso del creador responde a la sabiduría interna del cuerpo, a menudo se parece menos a unas vacaciones en un spa y más a conectar el ser con la suavidad del mundo, sin agenda ni transacción.” (Bowler, 2025)
Es que creo que al final sólo se trata de volver siempre a la curiosidad y la presencia, para poder registrar qué vamos necesitando a cada momento.

Salir del burn out no es fácil, cuando uno se acostumbra a vivir en un estado de actividad y alerta constante, y cuando uno asocia ese estado a un lugar seguro, el descanso puede resultar angustiante y hasta peligroso.
Ni hablar de lo difícil que puede resultarnos descansar cuando el mundo se encuentra en catástrofe permanente. Acá en Argentina, cuando empecé a escribir esto en febrero, estábamos atravesando una temporada de incendios muy graves en el sur del país, ahora, en marzo, una tormenta repentina inundó la ciudad de Bahía Blanca. Muchas veces me pregunto: ¿Merecemos descansar en estos momentos? ¿Quién soy yo para descansar cuando hay tanto por cambiar, tanto por hacer?
Creo que el mundo, hoy más que nunca, nos necesita creativos. Pero no sólo eso. Nos necesita creativos, pero más nos necesita conectados. Conectados con lo que realmente importa. Cuando frenamos, cuando salimos del burn out, cuando nos detenemos a sentir el cuerpo en el mundo, o como diría Mary Oliver, a sentir nuestro cuerpo animal, ese cuerpo ama lo que ama, ese cuerpo sabe. Ama la naturaleza y ama sus otros cuerpos queridos, a sus amigos y familia, ese amor amplía su capacidad de sentir y puede empatizar con el otro.
Es en el descanso que podemos frenar a darnos cuenta de qué es lo realmente importante. En el descanso podemos soñar e imaginar mundos mejores, y usar nuestra fuerza creativa para salir, accionar y crear lo soñado.
Con amor,
Cami Sarasola
Algunas cositas que me acompañan en el descanso:
Sigo leyendo “Making Time” de María Bowler, si leen en inglés se los recomiendo muchísimo, me está ayudando a cambiar la perspectiva de cómo me relaciono con mi creatividad y mi trabajo. También la pueden encontrar acá en Substack y en IG.
Me resulta muy interesante el trabajo de
, quien habla del descanso como un modo de resistencia. La pueden encontrar en instagram como @thenapministry Todavía tengo pendiente leer sus libros.Si les gustaron las fotos que acompañan este escrito y quieren ver el videoclip completo lo encuentran aquí: Mañana es Tarde - Cami Sarasola .
Me encantaría leerlos y saber qué significa el verdadero descanso para ustedes. Si tienen ganas comenten y charlamos :)
“Making Time: A new vision for crafting a life beyond productivity” Maria Bowler, Baker Books, 2025. El libro está originalmente en inglés y no cuenta con traducción oficial. Todas las traducciones de este ensayo/escrito son mías.
“Mujeres que corren con los lobos” Clarissa Pinkola Estés.
Aquí me gustaría hacer la aclaración de que no estoy hablando que la explotación laboral es un problema de “mindset”, por favor no. Es importante seguir dando las luchas necesarias, pero al mismo tiempo es cierto que hay ciertas decisiones que podemos tomar para tratarnos más suavemente y acorde a nuestra naturaleza
Real Academia Española, definición de “Descansar”.
En inglés es “Rest is surrender”, que también podría traducirse como rendirse, pero sentí que en español a veces rendirse significa darse por vencido y eso no es a lo que se refiere Bowler.
Desde una perspectiva más científica, hay muchas investigaciones que sostienen que para poder entrar en un estado creativo nuestro sistema nervioso debe estar regulado. Cuando operamos desde un estado de supervivencia no podemos crear.
Me fascinó la forma en que contrastas el descanso con el permitirse sentir todo, darle esa Libertad y complacencia para experimentar lo que muchas veces, en el día a día, evitas sentir porque el hacerlo puede ser tan abrumante para la mente que nos ponemos en una posición de bloqueo emocional.
Justo hoy me desperté llorando y me puse a escribir; mientras me tomaba ese ratito pensé en que me rebelé conmigo misma porque me dije "hoy quiero llorar, no quiero trabajar". Y pese a que sé que es un privilegio que he creado con mucho esfuerzo, escribo esto y me frustra no darle el poder y el espacio que se merece al descanso. Y ahora que te leo, lo pienso y digo: "claro, no es que no sé que hacer con mi vida. No es solamente estar deprimida, es que realmente estoy cansada". Y un cuerpo cansado no encuentra refugio ni logra desanudar la tensión sólo durmiendo, sino en el acto de esto que dijiste tan clarito: cesar y reparar(se). Gracias. Muchas gracias.